Al tenerlo en sus brazos, María ve de cerca la empeoramiento y profundidad de todas las llagas y heridas de su hijo, reavivando el dolor. Este dolor final es la culminación del duelo de Nuestra Madre, y el libranza de su dolor en torno a la resurrección prometida. Haced, Raíz https://ewartc050qhe8.therainblog.com/profile